Manuel Vázquez Montalbán

Política

Texto y selección de contenidos: José María Izquierdo

Intelectual crítico

La obra de Manuel Vázquez Montalbán está recorrida por sus ideas políticas y éticas. Los temas de la función del intelectual crítico, su búsqueda del sujeto de cambio o la noción de democracia son centrales en su obra tanto ensayística como literaria En esta sección he querido mostrar una serie de citas generales en las que se manifiesta su axioma del Cambiar la historia y cambiar la vida. No me parece productivo reincidir en sus descripciones irónicas de Sacristán, Guerra, González, Carrillo, y tantos otros personajes de la reciente historia española.

Sí, en cambio, me ha parecido oportuno recabar su propio papel como intelectual crítico con la realidad en la que tuvo que vivir y su escepticismo hacia todo lo que tuviera que ver con el llamado, por aquel entonces, «Socialismo real» He recogido también algunas secuencias audiovisuales en la misma línea que las citas seleccionadas.

Con Felipe González

Con Josep Tarradellas, Juan Benet, Anna Sallés y Rosa Reyes, en el exilio

Selección de textos

Transición democrática
Transición democrática

«Éramos todos subnormales, y sobre todos, los que habíamos intentado poner una palabra detrás de la otra para conseguir ser altos, ricos, guapos y cambiar la Vida y la Historia, insensatez no siquiera alertada por el mal aspecto que ya entonces tenían Rimbaud y Marx. Peter Weiss había puesto por escrito el final infeliz del testamento de la modernidad.
Marat abrazaba hasta la asfixia el fantasma teologal de la revolución colectiva y Sade convertía en una sucia colección de gacetillas de El Caso la famosa revolución individual. Pero aún éramos jóvenes, sin duda más jóvenes que ahora, y especulábamos en las catacumbas-alcoba o en las alcobas-catacumba sobre la revolución sexual y el sexo de la revolución, desdeñosos, aunque aplastados por el Caudillo, que a manera de pétreo comendador presenciaba nuestros jadeos desde su rincón de estatua activa, capaz de cazamos en sus redes orgánicas en cuanto nuestros jadeos se apartaran excesivamente de los principios fundamentales de todo movimiento.» (Crónica sentimental de la Transición. Barcelona: Planeta, 2010 (1973), 11).
«Difícil explicarle a usted el porqué de la escasa reacción española ante el asesinato legal de Puig Antich, un joven anarquista que mató a un policía mientras forcejeaban por una pistola. Tampoco reaccionó la oposición. La oposición empezaba a ver la salida del túnel, con su féretro por delante, excelencia, y no quiso arriesgar territorios de libertad factualmente recuperados, por la muerte de un anarquista. Ni siquiera nos puso en tensión la salvaje decisión de matar también a un pobre polaco apátrida, cuya sentencia de muerte se había ido demorando y que fue ejercida junto a la Puig Antich como acompañante subalterno que restaba enjundia a la operación política. Hubo algunas manifestaciones, sobre todo en Barcelona. Extrema izquierda. Cristianos para el socialismo. Simples horrorizados ante la operación de matar, pero los estados mayores de los partidos trataban de despegarse de la violencia, en busca de una respetabilidad pactante de la futura llegada de la democracia a España. Eso no quiere decir que no nos tragáramos aquel cadáver como un sapo y que no fuera necesaria mucha verbalidad para hacerlo digerible. Marcelino Camacho, el líder de Comisiones, al conocer las brutales condenas contra los del proceso 1.001, venganza indirecta por el asesinato de Carrero, había declarado: «Nuestras condenas son el precio por las libertades de mañana.» Alguien parafraseó a mi lado: «La ejecución de este muchacho a garrote vil es una prueba de la debilidad del franquismo.» Y de la nuestra, pensé. Pero, probablemente, no lo dije. (Autobiografía del general Franco. Barcelona, Planeta, 1992, 620-621)


Del socialismo (ir)real

«como dice Lewis Carroll, las palabras tienen dueños, y la palabra comunismo se la ha apropiado el estalinismo…» (Padura Fuentes, Leonardo, «Reivindicación de la memoria. Entrevista con Manuel Vázquez Montalbán», Quimera, (Barcelona), 106-7, (1991), p. 48)
«La disidencia es un espejo crítico y tal vez los dirigentes cubanos deberían hacer un alto en la lectura de Gramma para volver a leer Alicia en el País de las Maravillas.» («Disidentes», El País, 1 de Marzo de 1999)


Vázquez Montalbán como «pop-marxista»

Cambiar la vida, cambiar la historia: «‘Cambiar la vida’ (Rimbaud) o ‘cambiar la historia’ (Marx), es una opción falsa. Cambiar la vida ayuda a cambiar la historia, aunque los cambios históricos tengan una superior influencia sobre los cambios vivenciales. Nuestra época ha colocado en el primer plano de sus preocupaciones esta opción, porque hay un apetito de cambio vital que no siempre ha corrido parejo con los cambios históricos evidentes.» (Serrat. Madrid: Júcar, 1978, p. 47].
«Agnes Heller, discípula de Lukács, es la primera intelectual habitante de los países del Este que, tal vez estimulada por los trabajos de Henri Lefebvre en el mismo sentido, aborda la cuestión del papel de la vida cotidiana en relación con lo histórico, vinculada a la vida y la historia através de un mismo sujeto personal. La preocupación de Lefebvre, como la de la Heller, se generaliza en la cultura marxista a fines de la década de los sesenta, cuando nuevas promociones, a la vista del espectáculo histórico aportado por lo que llevan de siglo xx, planean la doble apuesta de cambiar la Historia como pedía Marx y cambiar la Vida como demandaba Rimbaud. Lukács, en el prólogo a la obra de su discípula Sociología y vida cotidiana, apuesta por romper la barrera que el rigorismo moral, desde Kant a los marxiólogos, había establecido entre actividad ética y vida cotidiana y llegar a connotar al ser social concreto, tanto tiempo reducido a una abstracción historificada. Manuel Sacristán, cuando prologa Historia y vida cotidiana, también de HeDer, subraya que la preocupación de la autora por la cotidianeidad llega como consecuencia de la desilusión producida porque, tras el hundimiento del fascismo, no apareció una nueva Europa de izquierda, y cita a Thomas Mann cuando se refiere al agotamiento de «la época moralmente buena», en la que la lucha colectiva contra la deshumanización nazi dio a los hombres sentido de lo comunitario, objetivos históricos y sostén moral, en línea con la ironía que bastantes años después yo mismo construiría del desencanto de los antifranquistas, ya muerto Franco: «Contra Franco vivíamos mejor.» (Pasionaria y los siete enanitos. Barcelona, Planeta, 1995, p. 352-353)
«…Tete Montoliu al piano, jazz blanco para ciego; Jaime Gil de Biedma hablando de Jorge Guillén o del Harper’s Bazar, Pijoaparte metiéndole mano a una especialista en Pijos Aparte y el piano jugueteando con la evidencia de que tampoco hoy, ni siquiera esta noche, será el octavo día de la semana.» (‘Jazz blanco y negro’. El País, 25 de agosto1997)


La política de la resistencia y la memoria

«Me gustaría saber escribir como Vargas Vila o Fernández Flórez o Blasco Ibáñez para contar todo esto, porque nadie lo contará nunca y esta gente se morirá cuando se muera, no sé si usted lo habrá pensado alguna vez. Saber expresarse, saber poner por escrito lo que uno piensa y siente es como poder enviar mensajes de náufrago dentro de una botella a la posteridad. Cada barrio debería tener un poeta y un cronista, al menos, para que dentro de muchos años, en unos museos especiales, las gentes pudieran revivir por medio de la memoria.” (El pianista. Barcelona: Seix Barral, 1985, pp. 138-139)


El sujeto de la revolución y los octavos días de las semanas

«En parte, la crisis de la izquierda en todo el mundo proviene de la confusión sobre el sujeto histórico, agotado, deconstruido el proletariado industrial como sujeto.» (”Marcos, el mestizaje que viene”. El País, 22 de febrero de 1999)
«Es como si, ahora, unos simios supervivientes a la civilización humana temieran recordar a un peligroso antepasado que desafió excesivamente a dioses excesivos y mediante la Razón creó más monstruos que arcángeles. La metáfora la tomo, y la sostengo, de una de las mejores muestras del cine de ciencia-ficción. El planeta de los simios y Retorno al planeta de los simios…» ( Panfleto desde el planeta de los simios. Barcelona: Crítica, 1995, p. 10)
«…Comprobando que tampoco había sido aquél el octavo, el tan esperado octavo día de la semana.» (Memoria y deseo: obra poética (1963-1990). Barcelona: Grijalbo, 1996, p. 59)
«…Quizás tengan razón los días laborables y sea el siete una inútil prolongación del ocho del nunca hallado octavo día de la semana.» (Ciudad. Madrid: Visor, 1997, p. 42)


La función del intelectual crítico

«Mientras exista la división del trabajo, la función de los intelectuales es actuar de conciencia externa de la conciencia social establecida, de cara a favorecer las condiciones que conviertan en cultura de masas la necesidad de transformación y, por tanto, en una conciencia crítica. Sólo así la conciencia crítica devendrá energía histórica de cambio.» (Panfleto desde el planeta de los simios. Barcelona: Grijalbo-Crítica, 1995: 40).
«No hay verdades únicas, ni luchas finales, pero aún es posible orientarnos mediante las verdades posibles contra las no verdades evidentes y luchar contra ellas. Se puede ver parte de la verdad y no reconocerla. Pero es imposible contemplar el mal y no reconocerlo.» (Panfleto desde el planeta de los simios. Barcelona: Critica, 1995, p. 145]
«Yo soy un pesimista, un pesimista histórico, y pienso que esto debería arreglarlo una revolución, una revolución por otra parte imposible hasta el 2017. (…) No como la anterior, desde luego, pero hay que hacerla. (…) Quizá se estropee tanto como se estropeó Octubre de 1917 pocos meses después, pero hay tanta injusticia, tanto sufrimiento y tanta prepotencia por parte de los señoritos del sistema, [..] Yo hago un análisis de militante de la izquierda irónica» ( Un polaco en la corte del rey Juan Carlos. Madrid: Alfaguara, 1996, p. 178]
«La ofensiva cultural neoliberal en los últimos 15 años va contra la memoria histórica y la utopía. Para el liberalismo, extirpar la memoria significa dejar la historia sin culpables, sin causas. Y eliminar la utopía deja al presente y lo predeterminado como única opción.” [MVM. ”Marcos, el mestizaje que viene”. El País, 22 fe febrero de 1999)


«Éramos todos subnormales, y sobre todos, los que habíamos intentado poner una palabra detrás de la otra para conseguir ser altos, ricos, guapos y cambiar la Vida y la Historia, insensatez no siquiera alertada por el mal aspecto que ya entonces tenían Rimbaud y Marx. Peter Weiss había puesto por escrito el final infeliz del testamento de la modernidad.
Marat abrazaba hasta la asfixia el fantasma teologal de la revolución colectiva y Sade convertía en una sucia colección de gacetillas de El Caso la famosa revolución individual. Pero aún éramos jóvenes, sin duda más jóvenes que ahora, y especulábamos en las catacumbas-alcoba o en las alcobas-catacumba sobre la revolución sexual y el sexo de la revolución, desdeñosos, aunque aplastados por el Caudillo, que a manera de pétreo comendador presenciaba nuestros jadeos desde su rincón de estatua activa, capaz de cazamos en sus redes orgánicas en cuanto nuestros jadeos se apartaran excesivamente de los principios fundamentales de todo movimiento.» (Crónica sentimental de la Transición. Barcelona: Planeta, 2010 (1973), 11).
«Difícil explicarle a usted el porqué de la escasa reacción española ante el asesinato legal de Puig Antich, un joven anarquista que mató a un policía mientras forcejeaban por una pistola. Tampoco reaccionó la oposición. La oposición empezaba a ver la salida del túnel, con su féretro por delante, excelencia, y no quiso arriesgar territorios de libertad factualmente recuperados, por la muerte de un anarquista. Ni siquiera nos puso en tensión la salvaje decisión de matar también a un pobre polaco apátrida, cuya sentencia de muerte se había ido demorando y que fue ejercida junto a la Puig Antich como acompañante subalterno que restaba enjundia a la operación política. Hubo algunas manifestaciones, sobre todo en Barcelona. Extrema izquierda. Cristianos para el socialismo. Simples horrorizados ante la operación de matar, pero los estados mayores de los partidos trataban de despegarse de la violencia, en busca de una respetabilidad pactante de la futura llegada de la democracia a España. Eso no quiere decir que no nos tragáramos aquel cadáver como un sapo y que no fuera necesaria mucha verbalidad para hacerlo digerible. Marcelino Camacho, el líder de Comisiones, al conocer las brutales condenas contra los del proceso 1.001, venganza indirecta por el asesinato de Carrero, había declarado: «Nuestras condenas son el precio por las libertades de mañana.» Alguien parafraseó a mi lado: «La ejecución de este muchacho a garrote vil es una prueba de la debilidad del franquismo.» Y de la nuestra, pensé. Pero, probablemente, no lo dije. (Autobiografía del general Franco. Barcelona, Planeta, 1992, 620-621)

«como dice Lewis Carroll, las palabras tienen dueños, y la palabra comunismo se la ha apropiado el estalinismo…» (Padura Fuentes, Leonardo, «Reivindicación de la memoria. Entrevista con Manuel Vázquez Montalbán», Quimera, (Barcelona), 106-7, (1991), p. 48)
«La disidencia es un espejo crítico y tal vez los dirigentes cubanos deberían hacer un alto en la lectura de Gramma para volver a leer Alicia en el País de las Maravillas.» («Disidentes», El País, 1 de Marzo de 1999)

Cambiar la vida, cambiar la historia: «‘Cambiar la vida’ (Rimbaud) o ‘cambiar la historia’ (Marx), es una opción falsa. Cambiar la vida ayuda a cambiar la historia, aunque los cambios históricos tengan una superior influencia sobre los cambios vivenciales. Nuestra época ha colocado en el primer plano de sus preocupaciones esta opción, porque hay un apetito de cambio vital que no siempre ha corrido parejo con los cambios históricos evidentes.» (Serrat. Madrid: Júcar, 1978, p. 47].
«Agnes Heller, discípula de Lukács, es la primera intelectual habitante de los países del Este que, tal vez estimulada por los trabajos de Henri Lefebvre en el mismo sentido, aborda la cuestión del papel de la vida cotidiana en relación con lo histórico, vinculada a la vida y la historia através de un mismo sujeto personal. La preocupación de Lefebvre, como la de la Heller, se generaliza en la cultura marxista a fines de la década de los sesenta, cuando nuevas promociones, a la vista del espectáculo histórico aportado por lo que llevan de siglo xx, planean la doble apuesta de cambiar la Historia como pedía Marx y cambiar la Vida como demandaba Rimbaud. Lukács, en el prólogo a la obra de su discípula Sociología y vida cotidiana, apuesta por romper la barrera que el rigorismo moral, desde Kant a los marxiólogos, había establecido entre actividad ética y vida cotidiana y llegar a connotar al ser social concreto, tanto tiempo reducido a una abstracción historificada. Manuel Sacristán, cuando prologa Historia y vida cotidiana, también de HeDer, subraya que la preocupación de la autora por la cotidianeidad llega como consecuencia de la desilusión producida porque, tras el hundimiento del fascismo, no apareció una nueva Europa de izquierda, y cita a Thomas Mann cuando se refiere al agotamiento de «la época moralmente buena», en la que la lucha colectiva contra la deshumanización nazi dio a los hombres sentido de lo comunitario, objetivos históricos y sostén moral, en línea con la ironía que bastantes años después yo mismo construiría del desencanto de los antifranquistas, ya muerto Franco: «Contra Franco vivíamos mejor.» (Pasionaria y los siete enanitos. Barcelona, Planeta, 1995, p. 352-353)
«…Tete Montoliu al piano, jazz blanco para ciego; Jaime Gil de Biedma hablando de Jorge Guillén o del Harper’s Bazar, Pijoaparte metiéndole mano a una especialista en Pijos Aparte y el piano jugueteando con la evidencia de que tampoco hoy, ni siquiera esta noche, será el octavo día de la semana.» (‘Jazz blanco y negro’. El País, 25 de agosto1997)

«Me gustaría saber escribir como Vargas Vila o Fernández Flórez o Blasco Ibáñez para contar todo esto, porque nadie lo contará nunca y esta gente se morirá cuando se muera, no sé si usted lo habrá pensado alguna vez. Saber expresarse, saber poner por escrito lo que uno piensa y siente es como poder enviar mensajes de náufrago dentro de una botella a la posteridad. Cada barrio debería tener un poeta y un cronista, al menos, para que dentro de muchos años, en unos museos especiales, las gentes pudieran revivir por medio de la memoria.” (El pianista. Barcelona: Seix Barral, 1985, pp. 138-139)

«En parte, la crisis de la izquierda en todo el mundo proviene de la confusión sobre el sujeto histórico, agotado, deconstruido el proletariado industrial como sujeto.» (”Marcos, el mestizaje que viene”. El País, 22 de febrero de 1999)
«Es como si, ahora, unos simios supervivientes a la civilización humana temieran recordar a un peligroso antepasado que desafió excesivamente a dioses excesivos y mediante la Razón creó más monstruos que arcángeles. La metáfora la tomo, y la sostengo, de una de las mejores muestras del cine de ciencia-ficción. El planeta de los simios y Retorno al planeta de los simios…» ( Panfleto desde el planeta de los simios. Barcelona: Crítica, 1995, p. 10)
«…Comprobando que tampoco había sido aquél el octavo, el tan esperado octavo día de la semana.» (Memoria y deseo: obra poética (1963-1990). Barcelona: Grijalbo, 1996, p. 59)
«…Quizás tengan razón los días laborables y sea el siete una inútil prolongación del ocho del nunca hallado octavo día de la semana.» (Ciudad. Madrid: Visor, 1997, p. 42)

«Mientras exista la división del trabajo, la función de los intelectuales es actuar de conciencia externa de la conciencia social establecida, de cara a favorecer las condiciones que conviertan en cultura de masas la necesidad de transformación y, por tanto, en una conciencia crítica. Sólo así la conciencia crítica devendrá energía histórica de cambio.» (Panfleto desde el planeta de los simios. Barcelona: Grijalbo-Crítica, 1995: 40).
«No hay verdades únicas, ni luchas finales, pero aún es posible orientarnos mediante las verdades posibles contra las no verdades evidentes y luchar contra ellas. Se puede ver parte de la verdad y no reconocerla. Pero es imposible contemplar el mal y no reconocerlo.» (Panfleto desde el planeta de los simios. Barcelona: Critica, 1995, p. 145]
«Yo soy un pesimista, un pesimista histórico, y pienso que esto debería arreglarlo una revolución, una revolución por otra parte imposible hasta el 2017. (…) No como la anterior, desde luego, pero hay que hacerla. (…) Quizá se estropee tanto como se estropeó Octubre de 1917 pocos meses después, pero hay tanta injusticia, tanto sufrimiento y tanta prepotencia por parte de los señoritos del sistema, [..] Yo hago un análisis de militante de la izquierda irónica» ( Un polaco en la corte del rey Juan Carlos. Madrid: Alfaguara, 1996, p. 178]
«La ofensiva cultural neoliberal en los últimos 15 años va contra la memoria histórica y la utopía. Para el liberalismo, extirpar la memoria significa dejar la historia sin culpables, sin causas. Y eliminar la utopía deja al presente y lo predeterminado como única opción.” [MVM. ”Marcos, el mestizaje que viene”. El País, 22 fe febrero de 1999)

Aportaciones

Audiovisuales

  • «Inútil escrutar tan alto cielo». Loquillo con elegancia.